No es que me gusten las preguntas, es que son necesarias para saber qué queremos en la vida, para cuestionarnos lo que pensamos y, sobre todo, aprender a hacerse buenas preguntas lleva a tener buenas respuestas.
A fin de cuentas, tu mente va a funcionar en su modo automático siempre o, al menos, hasta que alcances cierto nivel de conciencia y sepas un poco cómo dirigirla. Mientras tanto, hacerte buenas preguntas, te permite parar ese parloteo incesante y re-dirigirte hacia dónde tu quieras.